domingo, 16 de junio de 2013



-62) Las Virtudes Cardinales y el tratamiento dietoterápico
                                                                          por el Prof. Lic. Eduardo Castro

Hace años, desde nuestra Fundación, que venimos trabajando en el marco de lo que llamamos NEO NUTRICIÓN, que no es otra cosa que una nueva mirada al viejo paradigma, buscando establecer nuevas herramientas que faciliten el avance por nuevos caminos, de nuestra ciencia en pos del servicio a las personas que habitan nuestro planeta.

           
Entonces, la práctica clínica diaria nos lleva a buscar nuevas herramientas que, de alguna forma, nos ayuden a desarrollar el “apego” al tratamiento dietoterápico, una de las tantas falencias que tenemos, porque el trabajo de la Nutricionista, se complementa con el accionar del propio paciente, formando un equipo junto a la profesional, incluso el entorno del paciente (su medio familiar),  es una parte importante de este equipo. Si uno de ellos fracasa, el objetivo del trabajo queda relegado al inicio del proceso o, a un lugar más complicado aún.

 
 Muchas veces, a contrapelo de los placeres que jalonan la vida de los hombres, la estrategia alimentaria desarrollada por el profesional no llega a buen término, porque tácticamente (fácticamente) el paciente no está preparado para llevarla a delante e… invariablemente (generalmente) llega la deserción y con ello la necesidad de la farmacología o de la cirugía que correspondiese. “Convencer” (emocionando si es posible), es tarea del profesional de la nutrición, como paso inicial al producto final de su trabajo, el incremento en la calidad de vida del paciente. Es necesario “meterse adentro del paciente para saber qué le sucede”, y nombrar a las cosas con sus propios términos, para acortar distancias, ganar su confianza y consolidar el equipo que formaremos desde ese momento, apelando si fuese necesario a herramientas tales como la teoría de las Inteligencias Múltiples del Dr. Howard Gardner (recordamos los Tipos de Inteligencia: lingüístico-verbal, lógica-matemática, espacial, musical, corporal kinestésica, intrapersonal, interpersonal y naturalista). Siempre algo de esto se destaca en el individuo (lo que observamos desde la anamnesis misma), constituyendo un pilar desde el cuál es posible establecer la estrategia dietoterápica. Claro que los tiempos disponibles para la anamnesis alimentaria siempre son exiguos, siempre falta tiempo y nos quedamos sin la información necesaria, por cuanto se impone observar otras herramientas, las cuales podemos combinar hasta obtener el arsenal necesario para desarrollar efectivamente el cambio de hábitos alimentarios, en forma permanente y de acuerdo a las características particulares del paciente.

 
Este tema del incentivo estratégico que deviene del Profesional de la Nutrición, es para nosotros tan importante que, en nuestras hipótesis del portal www.fsancayetanodelmar.org, proponemos a modo de hipótesis, nuestra propia teoría de la génesis humana, con detalles particulares de cada grupo de individuos en relación a nuestra  ciencia. Puede Usted buscar sus características, es la número -50) de fecha 20 – 09 – 2012. Es un trabajo que data de 1982, momento en que, como integrante del Ejército Argentino, tuve el honor de participar de la defensa de nuestras Islas Malvinas, momento más que oportuno para observar el comportamiento de los seres humanos, involucrados en una situación límite que les desnudaba el alma. El trabajo se llama -50) “Planificación Familiar y Nutrición”, y podría ser interesante para Usted, acceder al mismo e imprimirlo para cotejarlo con su propio entorno vital.

 Y finalmente y más populares aún, las viejas y plenamente vigentes “Virtudes Cardinales” son también una posible y muy efectiva herramienta para sostener el esfuerzo que demanda el “cambio de hábitos alimentarios”.

 No alcanza con no comer pan y tomar mucha agua (entre otras cosas), es necesario estar “centrado en eje emocional” y, desde allí, abordar con alegría y con esperanza (no importa cual fuese su creencia dogmática),  las estrategias determinadas por la Nutricionista.

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Las virtudes cardinales son, PRUDENCIA, JUSTICIA, TEMPLANZA y FORTALEZA.

En nutrición, considerando que el comer es un placer, y que el dominio de los placeres es muchas veces complicado, sobre todo para aquellos que adquieren malos hábitos alimentarios, y que no pueden alejarse de ellos, el conocer la descripción de FORTALEZA por ejemplo, constituye un elemento “inicial”, que ayuda en el camino del cambio de hábitos. En el caso de la JUSTICIA, quiero citar la necesidad de tomar conciencia de la importancia de nuestra salud para otras personas, por ejemplo, nuestra familia, que puede sufrir al vernos doblegados por un mal hábito que socava nuestra salud día a día; es justo entonces que ellos nos vean bien. 

En lo personal sostengo que, la “belleza de las personas” (y me refiero a su imagen, concretamente), tienen que ver con el reflejo del estado de salud de las mismas y… este tiene una relación directamente proporcional con la FORTALEZA, por ejemplo (entre otras variables, claro), por citar a una virtud que trasciende el somatotipo individual, para “dar brillo” a la condición particular de cada individuo humano, es decir que, claramente, la FORTALEZA ilumina el ser de cada persona, y no hay maquillaje que puede superar a esta belleza individual, la cual es francamente apetecible en el mundo del trabajo y en las relaciones personales.

La Prudencia es la virtud de actuar de forma justa, adecuada y con cautela, definida por los Escolásticos como la recta ratio agibilium, para diferenciarla del arte recta ratio factibilium. También se entiende como la virtud de comunicarse con los demás por medio de un lenguaje claro, literal, cauteloso y adecuado, así como actuar respetando los sentimientos, las características particulares, los tiempos, la vida personal y las libertades de las demás personas. Actualmente se ha impuesto el significado de actuar con precaución para evitar posibles daños. Más allá de otras consideraciones, para el caso, vale, si consideramos que es prudente observar una adecuada conducta alimentaria, por ejemplo.

En la doctrina cristiana, la Justicia es una de las virtudes cardinales, cuya práctica establece que se ha de dar al prójimo lo que es debido, con equidad y respecto a los individuos y al bien común. Simplemente, hacer lo que corresponde en concordancia con un criterio moral, acorde con las buenas costumbres, en función del bien de las personas y de toda la comunidad. Ya mencioné un ejemplo de justicia, puede Usted buscar otros.

La Templanza es la virtud moral que regula la atracción por los placeres, y procura el equilibrio en el uso y disfrute de los bienes creados. Asegura el dominio de la voluntad, fortaleciendo mediante su ejercicio el control sobre los instintos y manteniendo los deseos en los límites de la solidaridad. Junto a la Fortaleza, son poderosos artífices de la belleza humana, donde lo estético es absolutamente natural, más allá de la edad, del BMI, de la ropa o del perfume que usara un individuo. Ambas son fuente de belleza universal, pues no hay mayor brillo que el que la dignidad humana otorga a una persona.

En la doctrina cristiana (que podemos momentáneamente compartir con cualquier otra creencia, con el fin de establecer esta herramienta de salud que estamos forjando juntos), la Fortaleza es una de las virtudes cardinales que consiste en vencer el temor y huir de la temeridad. La fortaleza asegura la firmeza en las dificultades y la constancia en la búsqueda del bien, llegando incluso a la capacidad de aceptar el eventual sacrificio de la propia vida por una causa justa. Aquí está uno de los secretos de la más pura belleza humana.

Finalmente, es lícito apelar a las potencia espirituales de los seres humanos, en el marco de una estrategia de salud, considerando que la misma es un “todo integral”, y esta es la razón de estos conceptos que, más allá de sus creencias (no importa el dogma, si a Usted le hace bien y no lastima a nadie, adelante…), nos van a ayudar en el intento de mejorar la calidad de vida de quien lee estas líneas. Quizás llegue un día, que yo seguramente no veré, en que no se admita un proceso de salud determinado (incluso obligado por las OOSS), sin la presencia de un sacerdote, de un pastor o de un rabino, entre otros líderes espirituales.

Vale la pena el cambio de hábitos alimentarios, si fuese necesario, hacia una dieta plena de nutrientes que soporte adecuadamente su momento biológico. Estas herramientas podrían servirle. Que Dios lo bendiga.