sábado, 14 de agosto de 2010

EL ESPIRITU Y LA NUTRICION

www.fsancayetanodelmar.org

Fundación SAN CAYETANO DEL MAR
Legajo Pers. Jurid. 176562
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El espíritu y la nutrición
para la Fundación San Cayetano del Mar
por el Lic. Eduardo Castro


Asumo aquí la responsabilidad de andar por este delicado camino, considerando que no es posible ni conveniente separar lo inseparable y que es necesario, en específica relación a la actividad promotora de la salud, considerar al ser humano en su integridad, mediante una cosmovisión global y práctica del hombre, donde es innegable la componente espiritual.

Cabe aclarar que no me referiré, porque no es necesario, a creencia religiosa o tendencia sociopolítica alguna, sino que simplemente consideraremos, a la luz de la experiencia del trabajo diario, los efectos observados en relación al estado de salud en general de las personas, acentuando los conceptos en función del estado energético, su relación a lo alimentario y a lo nutricional, y su correlación en otros planos de la dinámica diaria de las personas.

Vamos a desplegar un microuniverso de términos particulares, sólo a los fines metafóricos de este trabajo, con el objeto de tratar de acercarnos a la verdad que nos contiene. Esto pretende ser un nuevo paso en la lucha por elevar la calidad de vida de las personas, desde nuestra área de investigación, la dietoterapia.

Como otras veces decimos, nada nuevo, sólo que nos esforzamos en verbalizar los efectos, para poder debatir y encontrar nuevos senderos que nos adentren en las verdades que aún no conocemos.
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Centrado y resonancia
Hace poco y en medio de una charla con colegas, debatíamos al respecto de la importancia que tiene el “estar en el eje” para todo ser humano. Claro que esto, intangible y etéreo, tiene como todo en la vida, diversos grados o jerarquías por lo que, aún estando en el eje podríamos no estar “centrados”. Finalmente, definimos como “estar en el eje” al hacer diario de la mayoría de los habitantes del planeta, el 95% de las personas que usan su libertad positivamente y al servicio de su familia y de la sociedad a la que pertenecen (quitando de esta categoría a los delincuentes y sinvergüenzas que están presos o que caminan por la calle); y decíamos que a veces, más allá de lo ético del camino individual (porque “estar en el eje” en definitiva, es equilibrarse armoniosamente, asumir las reglas sociales y vivir éticamente), existen pequeñas morbilidades del orden físico que, en diferentes medidas (desde las más graves a las más leves), nos alejan del centro y nos entorpecen la maniobra en general. Podríamos decir que, en el centro, podemos despegar y hasta sostener el vuelo, mientras que “en el eje” (donde nuestra naturaleza nos llevará hacia la derecha o a la izquierda, en todo sentido dicho esto), nos desplazaremos más o mejor, más pesados o más livianos, pero de ningún modo podremos “despegar” del suelo, ya que la gravedad nos influye en forma directamente proporcional al peso que tengamos y a la “forma” que adoptemos, considerando a la forma en este caso, como la educación que hubiese “formado” a ese individuo.

Y, qué es la resonancia?
Metafóricamente y a los fines de este trabajo, diremos que es el punto en que el “rendimiento” del individuo es máximo, a causa del empleo absoluto de sus potencialidades naturales características, sustentado por el “centrado” en que se encuentra, expresado este en la forma de armonía general (homeostática y espiritual), desde sí mismo hacia su entorno y su circunstancia.

Como este es un portal de investigación científica, no perderemos la oportunidad de expresar debidamente el origen de esta metáfora diciendo que, la resonancia eléctrica es un fenómeno que se produce en un circuito (que es el entorno vital del hombre) en el que existen elementos reactivos (bobinas y capacitores que corporizan la circunstancia del individuo), cuando es recorrido por una corriente alterna (la producción que este individuo ofrece a su comunidad) de una frecuencia tal (su oferta al mercado) que hace que la reactancia se anule (no hay resistencia y su presencia se impone contundentemente), en caso de estar ambos en serie (el hombre y su producto en el mercado), o se haga infinita si están en paralelo (el hombre y su servicio, como un puente hacia su comunidad).

La resonancia también es un fenómeno mecánico que se produce cuando un cuerpo capaz de vibrar (todo en esta vida, créanme) es sometido a la acción de una fuerza periódica muy pequeña pero constante, cuyo período de vibración coincide con el período de vibración característico de dicho cuerpo (el hombre, su producto y el mercado de su comunidad), cuya oscilación se magnifica a tal punto de “romper” una gran estructura preexistente. Es la historia de la gota de agua en las riendas del puente San Francisco, o la acción del Maestro Mandela en la salud social de Sudáfrica.
Vemos la acción de la voluntad dirigida por la inteligencia humana en esto? De donde proviene? Quizás del espíritu del Hombre?

Y a la luz de lo expuesto, exclusivamente, nos preguntamos entonces, ¿es importante la forma? Claro que sí. En este, nuestro camino metafórico, sí. De ella dependerá la aerodinámica que nos permita ganar altura, por esto la educación es fundamental en la vida de las personas y en el éxito de los pueblos, y muy especialmente la educación inicial del ser humano (en la casa y en el cole), donde se siembran valores y principios; todo el resto es suma de datos y procedimientos técnicos de diferente complejidad, que se expresarán según la naturaleza del individuo y que lo perfilarán hacia alguna especialidad, relativa a estos últimos procedimientos que aprende. Incluso, digámoslo de paso, de la “forma” en que se aprende (sistemáticamente y por el ejemplo de los padres) a comer, depende en gran medida la capacidad de “despegue” que tendremos en el futuro, puesto que asociamos claramente a una “endointoxicación alimentaria” (aquella que convive generalmente con un estado de obesidad avanzado), con la imposibilidad de “resonancia” que nos otorga el “centrado”, y es lógico que esto suceda, ya que en este estado no es posible expresar plenamente las características y potencialidades de la naturaleza humana, y por ello no es francamente positiva la respuesta que el individuo encuentra en su entorno y en su circunstancia.

Es como si algo faltase sutilmente al respeto que un individuo dado entiende merecer, lo que produce reacciones que alejan de la comunidad y del mercado (que está en el seno de la comunidad), alimentando el círculo vicioso que afecta al intelecto, al cuerpo y al espíritu, con progresión en aumento.

Qué es el equilibrio?
Es el balance de funciones que se contrarregulan, simplemente observadas como dos pesos iguales que “centran” el indicador de la balanza cuyos brazos permanecen horizontales ante el llamado de la gravedad. En nuestro caso hablamos del equilibrio Homeostático, que indica la funcionalidad establecida, estable y autocontrolada de un sistema abierto o cerrado, particularmente en un organismo vivo.

Este desequilibrio hace que el cuerpo no “refleje” la conducción motora del espíritu, que el intelecto sucumba a las presione de un mal hábito, y que el cuerpo se degrade cada vez más, alejándose del centro que corresponde a su eje.

Qué significa estar intoxicado?
Una intoxicación se produce por la ingestión o por la inhalación de sustancias tóxicas. Esto ocurre también cuando usted ingiere alimentos o agua que contiene bacterias, parásitos, virus o las toxinas producidas por estos gérmenes. Pero el punto en este momento es, que esta intoxicación puede ser aguda o crónica, y justamente el caso de la mala alimentación deriva en una intoxicación crónica que desbalancea el equilibrio que requiere el cuerpo humano. Concretamente, un elevado porcentaje de personas obesas presentan una endointoxicación alimentaria, que inhibe la absorción de determinados nutrientes, debilita la barrera defensiva y motoriza las alergias alimentarias.

En este estado, la persona no opera al 100% de sus potencialidades porque está lejos del centro. Sucede entonces que, el círculo vicioso enclavado en el estrato bioquímico debilitará la voluntad cada vez más (fíjense cómo una cosa física opera sobre otra cosa abstracta), porque “asfixia” al espíritu y encausa el camino a la minusvalía física y a la muerte. Claro que, si hilamos fino, existen varios estadios intermedios si a la muerte nos referimos, ya que la acentuada oxidación celular, sin el debido recambio mínimo necesario (turn over proteico, entre otros), que garantice el nivel funcional de un tejido determinado, envejecerá, se tornará disfuncional (afectando incluso a la dignidad de la persona, otra interacción material/espiritual) y finalmente comenzará a morir hasta que el equilibrio homeostático definitivamente colapse. Recordamos que el “turn over proteico” es la síntesis proteica en todas las células del organismo, que es una actividad continua que requiere del aporte de aminoácidos para retejer y recambiar células y porciones de tejido nuevo.

Estar intoxicado significa estar “disminuido”, en permanente consolidación del desequilibrio y sin la fuerza que parte de la voluntad, porque la intoxicación también afecta (no podría ser de otra forma) al espíritu.

Dieta y espíritu
Metiéndonos un poco en la metodología previa que emplean aquellas prácticas (algunas religiosas, otras deportivas o empresariales), vemos que todas comienzan con una frugal alimentación o con un ayuno más o menos prolongado, que busca “acercar” al individuo a su centro. ¿Para qué?, bueno, para iniciar un proceso de aprendizaje donde lo místico tuviese preponderancia, o bien se tratase de una concentración previa a un evento deportivo, donde la “resonancia” de las disponibilidades naturales del individuo, fuesen de importancia superlativa en el resultado que se persigue.

Veamos algunos conceptos. Por ejemplo, podemos decir que el ayuno es un método naturalmente popular, incómodo pero inocuo, para perder peso y “purificarse”. Erróneamente desarrollado, sin la presencia del profesional de la nutrición, puede ser sumamente peligroso, porque no es natural no desayunar ni comer nada durante el día, menos aún si no regula o modera sus actividades normales. Pero si consideramos los postulados de la Fundación Indra Devi, que inducen a un ayuno de no menos de 4 días, al inicio de cada estación del año, práctica que desarrollan los estudiantes avanzados del profesorado de yoga, no son pocos los testimonios que ratifican el abandono de la medicación antiglucémica y anticolesterolémica, entre otras bondades que también enuncian; pero, estas mismas personas hacen también referencia a su incremento exponencial en el rendimiento profesional y personal de sus vidas, y a lo oscuro de su entorno circunstancial anterior, ahora lleno de luz. Es claro entonces que, la reiteradas consultas de parte de jóvenes mujeres que quieren hacerse vegetarianas, esconde un relativamente grave trastorno alimentario, pero también el deseo de una expansión personal que no se logra si el equilibrio homeostático no es el adecuado, lo que incluye un peso adecuado a su somatotipo (no el frío resultado del BMI), excelente respuesta intestinal y adecuada alimentación en forma sostenida. Y lo mismo sucede con la obesidad, que a esta altura podemos decir que es una pandemia que “achata” al mundo, porque mucho del talento humano y de la capacidad de abstracción, que es la fuente de las ideas motoras que traen belleza, bienestar y progreso, se pierden lamentablemente a causa de la intoxicación somática que carga de peso al espíritu.

Veamos el tema desde el punto de vista del obeso, como un ejemplo de endointoxicación frecuente. Esta persona tiene incrementada la presión arterial y dificultad relativa en sus movimientos, duerme mal y cada vez es peor. Tiene la necesidad de ser atendido pero lo niega y mientras espera que la cosa mejore “per se”, sucumbe al mal hábito alimentario cerrando el círculo que lo acorrala sistemáticamente.

Qué sucede cuando estamos fuera de nuestro peso? Hacia arriba estamos excedidos de energía y hacia abajo no tenemos fuerza, en ambos casos no centramos pertinentemente. Sucede que no “resonamos”, lo que implica que no “rendimos”, porque nos cuesta “vender” lo que producimos. En realidad nos cuesta “concentrarnos” (lo que implica abrir en abanico nuestras potencialidades naturales, como si fuese la cola de un pavo real), y en general nadie compra lo que no desea, y no se desea (en líneas generales) lo burdo o lo groseramente atado a la tierra, que es entonces difícilmente respetado en el sentido contrario a lo refinado. En el otro extremo está lo etéreo y lo que “despega”, por cuanto se hace deseable lo que “vuela” porque se admira, se respeta y se anhela poseerlo.

Vamos hacia el centro del eje cuando, justamente, armonizamos inteligente y equilibradamente el cuerpo, con el sustrato espiritual que nos alienta, es decir y como vimos antes, somos en realidad los mismos, pero más etéreos, cuando resonamos en nuestros armónicos valores, por cuanto nos tornamos poderosos y contundentes a la hora de la oferta que hacemos a la comunidad en la que vivimos. Si nos respetan, nos “compran”.

En pocas palabras, cuando mejoremos los hábitos alimentarios de la humanidad toda, vamos también a mejorar el mundo, porque tendremos artistas superiores y científicos más creativos. Finalmente todo esto ayudará al centrado de las personas, considerando que la inteligencia gobierna al cuerpo, el cuerpo refleja al espíritu y el espíritu motoriza volitivamente al ser humano.

Hay excepciones en esto?

Sí las hay, siempre las hay en la vida como ejemplo de la finitud humana respecto de inteligencia fuente de todo, donde ni siquiera los axiomas quedan a salvo. Los invito a conocer la vida de Santo Tomás de Aquino, de quien diré muy poco pues es necesario adentrarse y conocerlo, ya que vale la pena. Este hombre ejemplo de elevadísimo vuelo intelectual, enorme voluntad para servir a Dios y todo lo contrario a lo descripto, que quizás sea esa una de las razones de su santidad. Aquí el razonamiento enclavado en el núcleo de este trabajo, la relación entre el milagro de Krebs en mitocondria y el espíritu ubicado en... bueno, y el espíritu, queda desacoplado conceptualmente, vean a este Santo y reflexionen sobre lo dicho, aunque en realidad, las observaciones realizadas sobre personas comunes, como nosotros, a las que atendemos diariamente en la Fundación, nos hacen pensar de la manera expuesta.

A propósito, quiero mencionar el permanente fracaso que experimentamos los Antropometristas, sobre todo los que nos aventuramos a la investigación, que operamos (con adusto gesto, siempre…) mensurando al universo, quienes nos contentamos con apreciar los "efectos del espíritu", tratando de clasificarlos por los resultados que observamos en las personas que tratamos, siempre con el deseo de medir lo inmensurable, buscando aprender lo inaprensible.

Resumimos diciendo que,
Sin la capacidad buffer postprandial del adiposito, ya repleto de TGL, seguramente aumenta la glucemia y la resistencia a la acción de la insulina, y esto es el inicio (liderado desde lo alimentario en este caso, estoy seguro que existen otros) de la desconexión del soma y del espíritu, que al desalinearse anulan las potencialidades naturales del individuo, como ya lo observamos. Vemos que, desde otro ángulo, la lipólisis es estimulada por el frío, el ejercicio sostenido y la hipoglucemia, y que estas tres vías necesitan del imperio de la circunstancia que obliga inexorablemente o, del gobierno de la inteligencia (porque hay que tener ganas de exponerse al frío, de hacer ejercicio o de ayunar, no le parece?) y también es necesario el concurso de la voluntad que... adivine; claro, es motorizada por el espíritu. Por consiguiente existe, en el equilibrio lipogénico sobre el lipolítico, una retroalimentación compartida entre la noradrenalina, el gobierno de la inteligencia y el espíritu del individuo humano.

Tiene relación la nutrición y el espíritu?

Sí, absolutamente.

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